26 abril 2012

Estoy Llena de Problemas


Los problemas tienen una voz y nos hablan. Al enfrentar un problema, lo primero que sucederá es mantener un diálogo negativo interno. Por ejemplo, si tu problema es no tener trabajo, las voces internas dirán: “No vas a conseguir”, “A tu edad nadie te contrata”, “No tenés capacidad para conseguir nada bueno”, “Quizás tengas un buen trabajo pero no te pagarán bien.”

El problema quiere paralizar y quitar la esperanza.


Una mujer sin esperanza pierde la capacidad de actuar, dice: “No creo”, “Ya probé todo”, “No tengo fuerzas”, “Estoy vacía”. Y pone en marcha el Síndrome de la Impotencia Aprendida diciendo: “Nada de lo que haga me dará resultado.” Es lo opuesto a la esperanza y se auto convence de que no habrá solución.


¿Cómo salir de los problemas y resolverlos?
1º. No debo perder la esperanza.
Todo problema tiene una solución y debemos encontrarla pero sin esperanza no será posible.
Un pintor muy famoso, al envejecer, tuvo artritis en sus manos y cada vez que tomaba un pincel era muy doloroso para él. Le preguntaron por qué, siendo un hombre ya grande y padeciendo esa enfermedad, seguía pintando y respondió algo impactante: “El dolor se va pero la belleza queda”. Eso es esperanza.
Con esperanza existe la posibilidad de ver la solución.
Un músico muy famoso, Pablo Casals seguía tocando el chelo a pesar de su edad avanzada y que le costaba mucho hacerlo. Una vez le preguntaron por qué seguía practicando siendo ya famoso, y respondió: “Porque creo que estoy mejorando.”
Eso es tener esperanza.
Nunca pierdas la esperanza porque en Jesucristo todo problema tiene solución.
Miguel Ángel estaba pintado la Capilla Sixtina y cada vez que bajaba de ese techo, sólo quería dormir porque estaba muy cansado, pero se angustiaba pensando que no podría levantarse. Durante esos momentos escribía sonetos y, al finalizar uno, asentó: “No sé pintar”.
Pero al día siguiente subía nuevamente la escalera recobrando sus fuerzas cuando iniciaba la tarea.
Nunca perdió la esperanza y aunque el problema le hablaba internamente, no obedeció.
2º. Para los problemas terrenales hay soluciones divinas.
Queremos ver los problemas con códigos terrenales en vez de verlos con códigos celestiales. Creemos que todo lo debemos hacer como lo hicieron nuestros padres, y bajamos a Dios a nuestro problema terrenal; en vez de hacer de Dios una solución lo integramos al problema y pensamos que Dios no pueda hacer algo.
En lugar de ver a Dios como la solución lo vemos como dificultad.
Dios está atento a nuestra súplica para respondernos.
No tengas en tu mente un Dios pequeño, no le restes poder.
Dios es grande y el problema pequeño desaparecerá.
¿Cómo resolvían los conflictos tus mayores?
¿Se angustiaban? ¿Se paralizaban? ¿Se deprimían ante la dificultad económica? ¿Gritaban? ¿Se ponían violentos, con broncas hacia toda la familia porque no sabían descargarlo?
Y si reaccionamos igual es porque somos odres viejos.
Debemos tener en cuenta, que:
A. Hay problemas que debo resolver yo.
Por ejemplo, si la dificultad es por pecar contra Dios sólo con confesarlo, apartarme y ponerme en orden nuevamente delante de Dios se solucionará; pero mientras no me arrepienta el problema seguirá estando.
B. Hay problemas que deben resolver otras personas.
Por ejemplo, si mi problema es legal lo debe resolver un profesional, un abogado.
Si es una enfermedad no se solucionará quedándome en casa sino debo ir al médico.
C. Hay problemas que se resuelven solos.
Nos amargamos, angustiamos y con el paso del tiempo el problema se resuelve solo, porque solamente debía cambiarse algo un poco.
D. Y otros, solamente los resuelve Dios.
Hay problemas tan grandes que ningún recurso natural lo puede resolver, sólo la mano de Dios.
Debemos hablar un lenguaje sobrenatural, el código de Dios.
Si hemos buscado soluciones por un lado y otro, consultado a otras personas y no resolvimos la crisis es porque sólo Dios tiene la respuesta.
Dios tiene nuevas soluciones.
Nuestra mente es perezosa, le cuesta lo nuevo y por eso queremos resolver las cosas como lo hacíamos antes o como nuestros padres.
Muchas mujeres están aferradas a lo aprendido porque antes les dio resultados pero no siempre es así, Dios quiere mostrar otra solución. ¡No seas necia! ¡No seas odre viejo! No te encasilles, aceptá las nuevas soluciones de Dios.
Hay mujeres que no quieren los cambios tienen miedo a lo nuevo porque creen que no tienen capacidad y defienden la vieja manera de hacer las cosas.
Dios tiene un recurso nuevo y mejor para tu vida. ¡Abrite!
Si tus problemas son raros es porque tenés una vida extrema, con problemas extremos.
Si tus problemas son extraordinarios es porque vivís una vida extraordinaria.
Si tu vida es loca, tus problemas serán locos.
Si es una vida llena de fe, de energía, de cosas nuevas, tus problemas serán igual.
Dios te dará la capacidad para resolver.
Rodeá a tu problema: adelante fe, atrás bendición y te mantendrás en esperanza. delante palabra de fe, atrás viene la bendición y sobre el problema está parado Jesucristo.
Según tu declaración, cosecharás.
Doris Machin observó que, estando en un país de Europa, los argentinos residentes allí adoran con dificultad y se debe a que cuando se establecieron en el lugar, maldijeron la tierra añorando Argentina, y declaraban: “Por qué no puedo estar en mi país”, “Qué hago en este maldito país.”
Y, como maldijeron la tierra, la tierra les devolvió maldición, por eso no pueden estar nunca contentos.
Cuando tengas un problema pensá: “Detrás hay una gran bendición para mi vida.”
Declará: “Este problema traerá más gloria de Dios; lo atravesaré en victoria porque Dios me está mostrando una bendición y los que me rodean verán la victoria”, “Me gozo, río y alegro porque la solución está viniendo a mi vida”.
Alégrate, reí.
La mujer de Proverbios se reía de “lo por venir”.
Cuando lo rodees el problema se ahogará, no será más tu señor sino tu esclavo, lo vencerás y disfrutarás de la victoria. Dios te dará la solución tarde o temprano.
Celebrá por adelantado, tomá la decisión de ser feliz.
No digas: “Voy a ser feliz cuando se termine mi problema”, porque no es así, detrás de un problema siempre vendrá otro y entonces nunca vas a ser feliz. ¡Gozate!
Dios te dice: “Este es el día, lo hice para que te alegres”
El pueblo de Israel en el desierto debía tomar el maná cada día y no guardarlo porque se pudría.
“El día que sea feliz disfrutaré de eso”, “Cuando termine esta situación me pondré la pilas”, “Seré feliz cuando pase esto o aquello”. Nunca ocurrirá, eso es guardar.
¡Alégrate! Sos parte de algo grande, porque lo que haces es parte de una visión preciosa que disfrutarás y dejarás como herencia a tus hijos, tus nietos y los hijos de tus nietos.
Disfrutá, hoy. Sé feliz hoy y no mañana porque dará olor feo.
Dice Isaías: “Olviden las cosas de antaño, ya no vivan en el pasado, voy a hacerlas todas nuevas, y ya está sucediendo ¿no se dan cuenta?”
Dios ya está actuando sobre lo que le hablaste, está trayendo la solución, será una cosa distinta, nueva.
Cambiá la manera de pensar, de proceder, los recursos de antes, porque dice el Señor:
Abro camino en el desierto y ríos en la soledad. Hago brotar agua en el desierto, ríos en los lugares desolados para dar de beber a mi pueblo escogido, al pueblo que formé para mí mismo, y proclame mi alabanza.
Por Alejandra Stamateas

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