04 mayo 2012

Las fortalezas de las tinieblas se derriban en oración


La fuerza de los intercesores rompen hechizos, brujerías, maleficios y ataques del diablo


La tranquilidad de La Primavera, un barrio del occidente de la ciudad, se rompió el día en que un grupo de jóvenes comenzó a reunirse en la casa de la esquina. Llegaban furtivamente, tocaban a la puerta quedamente, mirando a todos lados, como quien no quiere ser descubierto. Cuando semi abrían el portón, pasaban dinero y recibían a cambio paquetes muy pequeños, que vecinos del lugar identificaban como estupefacientes. Luego se sentaban a consumir marihuana y otras sustancias.

--Santo Dios, definitivamente estamos a las puertas del fin del mundo--, se lamentaba doña Gilma, una venerable anciana, escandalizada por el desagradable espectáculo.

--Este lugar era tan distinto cuando no estaban esos hombres aquí vendiendo drogas--, se quejó Antonio, el dueño de la tienda más concurrida.

Rebeca y Javier compartían la misma realidad; sin embargo no murmuraban. Guardaban silencio cuando alguien venia a comentarle del asunto.
Un día alguien los abordó para pedir su firma. Estaban levantando un memorial a las autoridades para pedir la intervención en procura de erradicar ese foco de drogadicción. Ellos se negaron a hacerlo.

--Ustedes son insensibles. Pareciera que no les importa lo que está ocurriendo aquí--, riñó uno de los promotores de la iniciativa.

--Nosotros damos la batalla no en los estrados judiciales sino de rodillas, en oración--, explicó Javier--. Como cristianos evangélicos creemos en el poder ilimitado de orar delante del Señor--.
Les compartieron sobre algunos versículos que sustentaban la importancia de orar para reclamar territorios para Dios. Los promotores de las firmas se alejaron acusándoles de fanáticos religiosos.

La joven pareja de cristianos siguió en clamor, y pidieron respaldo de la iglesia. No pasó un mes antes que se produjeran dos cosas: de un lado, la mudanza de los dueños de aquél antro, y de otra parte, el retiro de los jóvenes drogadictos de la cuadra.

¡Se ganó la batalla por el territorio! Satanás se dio a la huida cuando le resistieron en oración.

¿Territorio en poder de Satanás?

Aunque muchas personas se resistan a admitirlo, Satanás tiene dominio de amplios territorios, tal como lo encontramos en el pasaje en el que nuestro amado Señor Jesús es tentado por el adversario: "Otra vez lo llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares" (Mateo 4,8, 9).

Hay dos formas principales—aunque por supuesto no son todas—por medio de las cuales el diablo adquiere poder legal para dominar en un territorio. La primera, por el pecado del hombre, y la segunda, cuando las autoridades entregan y consagran una nación, una provincia, una ciudad o un territorio específico a las fuerzas del mal. Puede que lo hagan por ignorancia, pero igual, hay un terrible impacto desde la dimensión espiritual sobre la dimensión física, trayendo robo, muerte, disensión y ruina, entre otras consecuencias.

Para graficar la enseñanza, comparto con usted algunos ejemplos. Cuando Colombia se encontraba en el fragor de una confrontación internacional que se conoció como la guerra de los mil días. El 18 de octubre de 1899 altos representantes del gobierno propusieron consagrar el país al Sagrado Corazón de Jesús, de todos los estudiosos de la guerra espiritual conocido como un demonio. La ceremonia oficial de entrega del territorio vallecaucano se produjo el 22 de julio de 1902. Nadie desconoce, en el mundo, qué situación vive el país. ¡De nada sirvió tal ceremonia que no fuera para demonizar una nación en la que hoy priman el narcotráfico, la guerrilla y la violencia!.

Japón que es politeísta, donde se adoran toda suerte de deidades, ha experimentado ciclos –altibajos, diría yo—de prosperidad, ruina y estancamiento para reiniciar esa montaña rusa con graves efectos socio-económicos. ¡Los demonios tienen dominio de territorios amplios en la nación del sol naciente!.

Haití es otro vivo ejemplo de la demonización de un territorio. La historia reciente nos muestra de qué manera. En 1990 y rompiendo una larga trayectoria dictatorial, llegó al poder el sacerdote católico Jean Bertrand Aristide. Un año después, el 14 de agosto de 1991, pidió a un reconocido brujo celebrar una ceremonia vudú, entregando el país a deidades, en procura de un fortalecimiento social, político y económico. Fue todo un acontecimiento.

El 29 de septiembre de 1992, fruto de tal ritual, Aristide fue depuesto; volvieron los militares al poder y se cayó nuevamente en una profunda espiral de crisis. ¡Satanás pasó cuenta de cobro! Se han desencadenado fenómenos como la violencia, la muerte y la propagación de la promiscuidad sexual.

Finalizando el mes de octubre de 2009, el presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula Dasilva aseguró en rueda de prensa que ni aún Cristo, haciendo una alianza estratégica con Judas, podría sacar el país de la crisis económica, social y de violencia por la que se encuentran atravesando. Y todos sabemos la razón: la propagación idolátrica que prevalece entre los brasileños, así como la marcada profundización de prácticas promiscuas que honran al adversario espiritual.
Cuando el diablo tiene dominio de un territorio, pone un velo sobre quienes lo habitan para que no reciban la Salvación de Jesucristo, tal como lo explicó el apóstol Pablo a los creyentes de Corintio en el primer siglo, y a nosotros hoy:"Pero si nuestro evangelio aún está encubierto, entre los que se pierden está encubierto, en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es imagen de Dios" (2 Corintios 4:3, 4).Una ilustración práctica la encontramos en los múltiples tropiezos que puso Satanás a los propósitos de Evangelización del apóstol Pablo y sus inmediatos colaboradores, en la ciudad de Éfeso. La metropoli, reconocida por ser centro de comercio pero también de idolatría e inmoralidad, se levantó a una cuando comenzaron a predicar, tal como lo relata el libro de Hechos, capítulo 19..

Como es natural, el diablo no quería perder esa fortaleza de maldad. Como recordará, fortaleza, tal como lo aprendemos en Efesios 6.12, es un lugar donde hay principados—que ejercen poder—y potestades—ejércitos demoníacos que obran desde el mundo espiritual, impactando el mundo físico--.

Llamados a conquistar el territorio

En nuestra cultura occidente siempre esperamos que los fenómenos que ocurren alrededor, tengan una explicación racional y científica. Los que no reúne estos dos requisitos, los desechamos o desestimamos.

Usted y yo en nuestra condición de soldados del Señor Jesús, estamos llamados a retomar los territorios en los que domina. La batalla no será fácil pero de antemano tenemos asegurada la victoria en Cristo: "Mira que te he puesto en este día sobre naciones, y sobre reinos, para arrancar, para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar" (Jeremías 1:10).

Tome nota de un hecho contundente: desde ya tenemos asegurada la victoria en Jesucristo (Cf. 1 Juan 4:4). No se puede concebir a un cristiano cómodamente sentado en las cuatro paredes del templo, mientras que alrededor el mundo se pierde sin la Salvación, fruto de los obstáculos que pone Satanás. Él no quiere perder el dominio en un área geográfica específica, porque bien sabe que no le corresponde sino a los hijos de Dios.

¡Es hora de recuperar el territorio perdido! La tarea no le corresponde a ningún otro que a usted y a mí, que somos cristianos comprometidos.

Derribe fortalezas en oración


¿Cómo derribamos las fortalezas que Satanás ha establecido en los territorios? Es una de las preguntas que me formulan con mayor frecuencia al término de reuniones y conferencias, y en la plataforma que tenemos disponible en la Internet.

La respuesta es una sola: resistiendo al diablo en oración. Así lo entendemos por las Escrituras, cuando entendemos que nuestra mayor fuerza y poder está en la oración: "Porque aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas"(2 Corintios 10:3, 4)

El apóstol Pablo enfatiza un poco más adelante: "Orad sin cesar" (1 Tesalonicenses 5.17).
El enemigo sólo sale en huida cuando le resistimos firmes, en oración, como anota el autor sagrado: "Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros" (Santiago 4.7; Cf. 1 Pedro 5:9).

Nuestro poder estriba en orar y depender del Señor. Comenzar a reclamar y declarar en Jesucristo que los territorios que por años estuvieron en poder de las fuerzas del mal, ahora le pertenecen a los hijos de Dios. ¡Los resultados le sorprenderán!

Es la forma más eficaz de retornar el dominio físico y geográfico de esta tierra que recibimos como heredad, en nuestra condición de hijos de Dios. No lo olvide: usted está llamado a asumir desde hoy su papel protagónico como soldado de Jesucristo. En Él tenemos asegurada la victoria, plena y absoluta.

Fernando Alexis Jiménez

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